[con tantito que una asome la nariz desde la casa, a la calle, me doy cuenta de que el bombardeo está brutal. Cuánta cosa... que realmente una, nada puede resolver, aunque lo quisiera con toda mi voluntad. Tantas controversias, tantas incoherencias atentando contra una, contra todos; la medida más fácil, es rendirse y voltear a lo que nos enfurece con la espalda bien dura. Existen más formas ...yo aún no las sé, pero intento serenarme. Un buen principio que mis padres me han enseñado bien.]
Los últimos días de cada semana, una concluye y piensa fielmente en, que todo lo que pasa, es por algo. Incluso cualquier cuestión, es pasajera por lo tanto, Libre (somos tan libres, créeme).
Consuelos básicos e infalibles que una tiene que adueñarse, sólo así una comprende, y se ayuda a seguir en pie con una actitud digna para enfrentar escenarios tan determinados como el que todos vemos, estamos inmersos. Inevitables.
Consuelos básicos e infalibles que una tiene que adueñarse, sólo así una comprende, y se ayuda a seguir en pie con una actitud digna para enfrentar escenarios tan determinados como el que todos vemos, estamos inmersos. Inevitables.
Es tarde de viernes caluroso (me encanta) en esta ciudad (aunque para la mayoría es una pesadilla), aquí ocurrió a cuadra de distancia donde me encontré parada, una manifestación. Trailers bloquearon las vías vehiculares sin meditarlo, grupos numerosos de gente gritaban y se enfilaban para conformar una marcha tremenda...
Me dí la oportunidad de reunirme con un par de amigos en el salón Corona, ordenar coctel de mariscos, el campechano y con una cerveza pacífico bien fría, decirles salud. Les dediqué con gran cariño a todos, el contexto que acabo de describirles y el cual presencié minutos antes... de algún modo agradecí, su presencia, su cariño.
El motivo es que hoy es un viernes como cualquiera, con la única diferencia que, todos estamos felices.