lunes, junio 22, 2009

Café París nada más contigo.

Hace apenas un año atrás, el café París era nuestro restaurante para encuentros fatales ya que vivíamos a unas cuadras de el. Lo usábamos simplemente para: resolver situaciones ridículas, acariciar pleitos que se habían desatado en la alcoba, y escuchar precisamente ahí y no en otro lugar, sobre todo, cosas que nunca me pudiste haber dicho en el momento que ocurrían.
Ayer volvimos después de mucho tiempo y todo lo resolvimos dentro del carro, sin haber siquiera entrado al café. Al final de tanta historieta realista, te pedí que tomaramos un café adentro. Ya sentados te dejé hablar de otras cosas que tienen que ver con tus preocupaciones personales, mientras mi mirada se perdía una y otra vez en un poster enmarcado de la torre eiffel, así como en sorbos que le daba al vaso de café con leche hirviendo.

Cuando raelmente me estás preguntando qué pienso, y te miro sin saber qué decirte, es porque precisamente me ha pasado que ya no sé qué pensar, qué decir y qué responderte. Creo que únicamente tengo contigo un lenguaje de tacto, con solo abrazarte puedo decirte que todo se acabó y que solo quiero respirar tranquila. Pensar que todo está en paz como nunca lo ha estado en mucho tiempo.



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