lunes, enero 04, 2010

La discusión de las casualidades.


Esta mañana una gran dona de chocolate posó ante mis ojos, y yo le di un encajón de dientes que hizo brotar tal energía en mí ser para estar bien lo que resta del día. Luego una taza de café, sino me hubiera sentido terrible. Café café, bendito café que nunca quiero me falte.
Entonces comenzó una discusión en el desayunador sobre que todo lo que nos ocurre es casualidad. Mi postura fue que efectivamente no. Mi especulación es que alguien, nose quién sea, o qué sea. Eso allá arriba o en algún lugar desconocido por todos, está moviendo los cables de todo. Está dirigiendo lo que nos sucede. Sin quererme mostrar como ilesa de mis correspondencias como ser humano o persona, sólo es que creo en este cliché que le nombran Destino.

No estoy peleada con las casualidades, no creo en los accidentes. Creo en las energías que nos corresponden emitir y recibir. Hay que estar bien alerta para dejarlas fluir. Eso es todo.
Al final, como siempre, no dije nada.

Me gusta que pegue el sol, en un ventanal y que traspase para dar luz al desayunador. El café se enfrió, la dona dejó de existir y yo en estos momentos no me quejo de absolutamente nada.
Todo está bien. Sereno mi moreno.

Lunes...


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