miércoles, agosto 29, 2012

Mi última mañana en el norte.



Entonces, estaba haciendo el alto en el semáforo y voltié a mi lado derecho. Este era un conductor de otro carro, venía con el vidrio abajo y yo me le quedé viendo. Le sonreí y regresé a hacer mi gesto de seria. El me sonrió de vuelta, con la mirada de vaquero me comunicó todo: BUENOS DÍAS.

Si algo aprecio del norte, es la aridez en todo su significado. Tus ojos descansan, tus oídos florecen al silencio. La piel se enciende. Un estado de meditación constante, sin que lo programes. Todo tiene su tiempo y su espacio correcto.


Gracias desierto.


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