En este último número de la revista Tempestad, aparece la fotografía del rostro de Cortázar. Lo miro, el no me mira a mí porque su punto focal está fuera de cuadro, su mirada se dirige hacia algo que piensa. Hacia algo en el piso o hacia algo a la altura de las espinillas de alguien que tiene de frente. Está barbón, greñudo, con pecas y arrugas en la cara...
ya sé, me enamoré de sus canas
y su saco viejo.
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