martes, octubre 23, 2007

coquetié con el albañil

pinchi mañana congelada, acá saliendo por coyoacán, caminando (amo caminar desde tempranito) rumbo al metro.
Me gusta que mis manos se me congelen, que mi nariz se ponga dura y roja, que el café me sepa a sorbo exquisito de líquido caliente, que mis pómulos también se endurezcan, que saque bao al respirar el aire, que mi cara se mire más blanca que nunca...mis ojos llorosones.

no, qué chingados

la neta no me gusta, pero sí...es como una pasión contradictoria eso del frío y yo.
a veces cae bien a veces cae mal. sobre todo hoy por la tarde muy muy mal cae, porque la temperatura inesperadamente cayó y cayó, de buenas a primeras. Escribir en el teclado se fue haciendo más difícil. Es que digamos que un cacho donde está la
"oficina"

está a la intempérie...ruudo. el vientesillo calador.

so wtf...pues que saliendo del feudo coyoacanense, iba delante de mí un compadrito con su uniforme de albañil pues, y yo camino muy rápido, y la calle es sumamente angosta. Pero si caes del lado contrario pues algún carro puede atropellarte. Entonces comencé a hacer pisadas fuertes, como cuando de niña marchas para sobresaltar el mood, para ver si así el compadrito se hacía a un lado y me dejaba pasar. Lo que notaba caminando detrás de él es que llevaba los brazos ocupados y se jorobaba un poco.
Notó mis pisadas, se paró, le pasé y me di cuenta que justo daba una gran mordida monumental a su torta, creo que nunca me había pasado, notar de inmediato esa mirada hambrienta y de saboreo al bocado que está a punto de ser digerido por uno...pues sí.
Hasta me nació decirle lo que le dije en un tono tan columpiante: proooveeeecho...

me miró casi atragantándose el bocado y sonriendo ...gracias!

y me cagué de la risa, pinchi frío-






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